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Tú puedes ser Hermano hoy

La vocación de Hermano evoca el valor supremo de la FRATERNIDAD. Es la perla que los Hermanos cultivan con especial esmero. El Hermanos está llamado a ser hermano de Cristo, hermano con los de su comunidad   y hermano de todos los hombres. Se trata por tanto de una vocación que está muy en relación con las llamadas actuales de la Iglesia a la Fraternidad universal.

La vocación e identidad del religioso hermano adquiere significado en esta dinámica de integración y complementariedad de ministerios , pero necesitada de signos proféticos del amor de Cristo.

La vocación del hermano no solo es destinatario del amor de Dios, sino también testigo y mediador de ese mismo don. Pretende establecer una relación horizontal entre Dios y la humanidad. La relación de filiación se transforma  simultáneamente en relaciones de fraternidad.

Hace visible en la Iglesia el rostro de Cristo hermano, primogénito entre muchos hermanos. Rm 8, 29, artífice de nueva fraternidad que instaura con su vida y su enseñanza.

El Hno. Gabriel en sus escritos, y, sobre todo, en las diversas ediciones de la Regla de vida, supo dar un perfil bien definido a la identidad del Hermano como religioso laico, con una misión propia de servicio a la Iglesia y a la sociedad; misión que se lleva a cabo mediante el ejercicio de varios ministerios laicales y de una serie de actividades específicas, entre las que se destacan la educación cristiana, la catequesis y el servicio litúrgico parroquial.

El Hermano de la Sagrada Familia es, ante todo, un consagrado, un hombre de Dios, un animador de la comunidad cristiana; un educador en valores, que se esfuerza por lograr una sociedad más justa y fraternal. Esto es lo que aporta un Hermano a la Iglesia con su ser y con su obrar; por eso se dice que la presencia de un Hermano,  es un don de Dios para la iglesia.