II Espiritualidad de las Fraternidades
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Espiritualidad Nazarena
La dimensión espiritual de toda persona encuentra en la revelación gratuita de Dios, propia de la fe cristiana, una llamada a entrar en diálogo y comunión con él. La espiritualidad nazarena subraya algunos rasgos de la vida cristiana. Es una espiritualidad:
– Trinitaria, porque la Sagrada Familia no puede ser comprendida sin la referencia a la Trinidad de la cual es icono vivo.
– Familiar, porque la Fraternidad, reuniéndose en torno al primer núcleo constituido por José y María con Jesús, aprende la comunicación y el diálogo.
– Misionera, porque todo bautizado está invitado a formar la familia de Dios, la Iglesia y a construir el Reino, como lo hizo la familia de Nazaret.
- Espiritualidad de las Fraternidades
La espiritualidad de las Fraternidades Nazarenas, como la del Hno. Gabriel y la de los Hermanos de la Sagrada Familia, brota del misterio de la salvación revelado por Dios ya en Nazaret.
Con los Hermanos, los miembros de las Fraternidades reconocen en la Sagrada Familia de Nazaret la más perfecta realización en la tierra de la comunidad de amor que es la Santísima Trinidad.
Ponen de manifiesto su voluntad de servir a Dios y a los hombres, viviendo el misterio de Cristo en su vida de familia con María y José.
Buscan amorosamente el profundizar cada vez más en el misterio de la salvación revelado en Nazaret. Su espiritualidad tendrá siempre como punto de referencia la vida de Jesús, María y José, como “familia”. Aprenden a meditar y a vivir el Evangelio a la luz del misterio de Nazaret, donde Jesús empezó a cumplir lo que más tarde había de predicar.
En síntesis, las Fraternidades proponen un camino de fe que se recorre no individualmente, sino con otros hermanos y hermanas, y este camino tiene:
– Unos modelos vivos de identificación: la Sagrada Familia de Nazaret y el Hno. Gabriel Taborin
– Un estilo de vida: inspirado en el espíritu de familia
– Un método de acción: orar, trabajar y amar como en la familia de Jesús, José y María, construyendo con otros la paz.
– Un objetivo: responder a la llamada universal a la santidad.
- Perfil del laico cristiano según el Hno. Gabriel
A partir de los escritos del Hno. Gabriel y de su experiencia de vida se puede trazar el perfil de un laico cristiano con los siguientes rasgos característicos:
– una fe fuerte y en constante crecimiento;
– un gran sentido de participación en la vida de la parroquia y de la Iglesia;
– una intensa vida de oración;
– una vida cristiana coherente en todas sus dimensiones;
– una santidad de vida buscada en la condición de vida de cada uno;
– con una espiritualidad que encuentra su modelo y apoyo en la humilde casa de Nazaret con Jesús, María y José;
– viviendo el “espíritu de familia”;
– y con la generosa disponibilidad a “toda clase de buenas obras” cuyo objetivo es la comunión eclesial y la solidaridad humana.
Los miembros de la Asociación tratan de integrar estas características propias en las orientaciones que la Iglesia da a todos los fieles laicos.
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En la vida de cada día
La espiritualidad nazarena anima y da una tonalidad particular a la vida cristiana de los miembros de las Fraternidades en todos sus aspectos: eclesial, familiar, profesional, social, y en la misión compartida.
Se trata de una espiritualidad de la vida cotidiana, de una espiritualidad doméstica, en la que siguiendo el ejemplo de la Sagrada Familia de Nazaret la santidad se realiza no por grandes obras o grandes gestos, sino por la fidelidad en las responsabilidades diarias, asumiéndolas con alegría y sencillez de corazón, sirviendo a los más pequeños y en los detalles que suelen pasar desapercibidos.
La profundidad y consistencia de nuestra espiritualidad se juega en esta entrega a lo que Dios pide aquí y ahora, día a día.-
En Nazaret se Oraba
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Vida de Oración
La oración es esencial para la existencia cristiana y para la vitalidad de la Asociación.
Vale también para la Asociación lo que el Hno. Gabriel dijo para el Instituto de los Hermanos: “La oración ha sido la piedra angular de nuestro Instituto; ella será también una de las columnas más sólidas para sostenerlo” (N.G. p. XXVIII).
La oración lleva a la comunión con Dios, intensifica los vínculos entre los miembros de la Asociación y une a todos los hombres.
Los miembros de las fraternidades aman y practican de modo particular la oración litúrgica.
En su amor a la Eucaristía, “fuente y cima de toda vida cristiana” (L.G.11), los miembros de la Asociación se inspiran en el Hno. Gabriel. Para él la Eucaristía tiene un puesto de primer orden en la vida cristiana y por lo tanto fue motivo determinante de su vida espiritual y de la fundación del Instituto.
Las Fraternidades están atentas a la vida de oración y para ello animan a sus miembros a la oración personal y comunitaria. Procuran ofrecer una formación bíblica que ayude a encontrar la Palabra viva que interpela, orienta y modela la existencia del cristiano
- Frecuentando Nazaret
La invitación del Hno. Gabriel: “El corazón de un cristiano… debería estar con frecuencia bajo el humilde techo de Nazaret” (N.G. 607), es una indicación fundamental.
El misterio de Nazaret nos enseña algunas dimensiones esenciales de la vida cristiana:
– La nueva familia de Jesús es más amplia que la natural, porque Él mismo la abre a todos los discípulos en cuanto hijos del mismo Padre.
– El Evangelio es vivido antes de ser proclamado.
– La fraternidad se construye con la colaboración de todos en una atmósfera de sencillez y de normalidad.
– Contemplando Nazaret, aprendemos también cómo colaborar en la construcción de una Iglesia más sencilla y abierta y de una sociedad más humana, justa y fraterna.
Algunos medios concretos para entrar en el misterio de Nazaret son:
– Vivir intensamente los tiempos litúrgicos de Adviento y de Navidad
– Celebrar de manera especial la fiesta de la Sagrada Familia
– La lectura meditada de la Palabra de Dios personalmente y en la Fraternidad
– La invocación frecuente de Jesús, María y José
– La presencia del cuadro de la Sagrada Familia en el lugar de reunión de la Fraternidad y en el hogar de cada uno de sus miembros.
En Nazaret se Trabaja
- Testigos y apóstoles
El Espíritu Santo enriquece con dones siempre nuevos a la Iglesia, enviada por Cristo para ser testigo del amor salvífico del Padre.
Las Fraternidades participan del don suscitado en la Iglesia por el Espíritu Santo mediante el Hno. Gabriel y ayudan a cada uno de sus miembros a asumir y vivir, según este carisma y la índole secular propia de los laicos, su misión de testigo y evangelizador recibida en el bautismo y en la confirmación.
Viviendo la misión se participa activamente en la construcción del Reino de Dios, se crece espiritualmente y se aumenta la vitalidad de la Asociación.
Todos los miembros de las Fraternidades viven su vocación en la propia condición de vida, pero intentando ser un reflejo luminoso y un testimonio del amor, de la comunión, de la corresponsabilidad y del diálogo, que son las características peculiares de la Sagrada Familia de Nazaret y puntos fundamentales de la espiritualidad taboriniana.
- En la família
La familia, iglesia doméstica, aun en sus situaciones de dificultad y de fragilidad, es el primer campo de apostolado para cada miembro de las Fraternidades.
Los padres se entregan a la educación de sus hijos con el mismo amor que María y José a la de Jesús.
Los hijos aprenden a crecer, como Jesús, “en edad, sabiduría y gracia ante Dios y ante los hombres” (Lc 2,52); ayudan a la familia a ser comunidad evangélica que se hace también evangelizadora por el testimonio de su caridad. En un mundo plural como el actual, se hace necesario, junto con el ejemplo y la educación cristiana, el respeto a la libertad y alteridad de los hijos.
La oración en familia ayuda a “crear familia” y a vivir plenamente el significado profundo del “Padre nuestro”.
Quienes no viven insertos en un núcleo familiar, tienen abierta la puerta más grande de la familia de la Iglesia, que se concreta algunas veces en la parroquia. La Fraternidad Nazarena es también para sus miembros “casa y familia”.
- En la família
El trabajo, en su dimensión humana y cristiana, es un camino de santidad propio de los laicos. Es misión del laico vivir en el mundo, trabajar en el, santificarlo y transformarlo según el proyecto de Dios.
La Sagrada Familia es en Nazaret un modelo de laboriosidad. Los miembros de las Fraternidades encuentran en ella al Hijo de Dios, que con María y José “trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, amó con corazón de hombre” (G.S. 22).
En Nazaret, mediante el trabajo, se aprende a colaborar con el Dios creador para dar al mundo un rostro más humano y fraterno, configurándolo con los valores del Evangelio.
Los miembros de las Fraternidades pueden compartir de diversos modos las actividades de la misión del Instituto.
- En la Fraternidad
La Fraternidad en la que uno está integrado es otro campo privilegiado para vivir la misión.
Cada uno se interesa por la vida y el trabajo de los otros miembros de la Fraternidad.
Con respeto, delicadeza, amor, discreción y generosidad se intercambian la ayuda y apoyo.
Mutuamente se busca tomar conciencia de la propia misión en las condiciones concretas de vida de cada uno.
El testimonio y la oración de los miembros ancianos y enfermos son tenidos en gran consideración porque están asociados a la fecundidad redentora de la cruz de Cristo.
- En la Iglesia
Como el Hno. Gabriel, los miembros de las Fraternidades deben ser particularmente sensibles a las necesidades de la Iglesia local a la que pertenecen (parroquia, diócesis, organismos eclesiales) y están disponibles a colaborar en la animación de la liturgia, de la catequesis, y en los proyectos solidarios, et
Es oportuno, sin embargo, cultivar siempre, como también lo hizo el Hno. Gabriel, una sensibilidad misionera, que puede tener varias manifestaciones concretas. Los miembros de las Fraternidades pueden participar en determinadas acciones misioneras en las obras del Instituto.
- En la sociedad
En ambiente social en que viven, los miembros de las Fraternidades tratan de ser testigos del Evangelio, obrando con la lealtad, la solidaridad, el espíritu de servicio y la fuerza que da la fe.
El carisma apostólico del Hno. Gabriel esta abierto a “toda clase de obras buenas” en el ámbito social y eclesial. La Fraternidad ayuda a discernir las opciones concretas que se pueden realizar concretamente y acompaña el compromiso de sus miembros desde la oración, el estímulo y la solicitud.
La formación de los jóvenes, la catequesis y la liturgia son objeto de particular atención y compromiso.
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En Nazaret se amaba
- Vivir el “espíritu de familia”
Con los Hermanos de la Sagrada Familia, los miembros de las Fraternidades contribuyen a realizar el Reino de Dios mediante el espíritu propio del Instituto que es el “espíritu de familia”.
Este espíritu tiene como punto de referencia los lazos vitales que unían a los miembros de la Sagrada Familia de Nazaret y cuyo origen está en la Trinidad divina.
Del mismo modo que el Verbo Encarnado llevó a cabo la unión familiar perfecta, así la Palabra de Dios abrirá a los miembros de las Fraternidades a la plenitud de la paz por medio del amor, la oración y el trabajo para construir permanentemente su Fraternidad.
El espíritu de familia al que estamos llamados:
– es principio de estabilidad y de unidad para las Fraternidades y para la Asociación;
– anima las relaciones mutuas;
– lleva a una atención especial hacia los miembros de las Fraternidades que se encuentran en dificultad y a ayudarlos con discreción y delicadeza;
– crea una constante confianza en el diálogo;
– caracteriza el estilo de acción de los miembros de las Fraternidades y los guía en la misión;
– ayuda a reforzar los vínculos de la solidaridad;
– es fuente de vida y de libertad ;
– invita a la humildad y a una sencillez de vida y de medios.
En palabras del Hno. Gabriel:
“El espíritu de cuerpo y de familia contribuye en gran manera ,queridos Hermanos,a la dicha, a la prosperidad y a la fuerza de una Congregación religiosa…Nace de la caridad y, en consecuencia, de Dios que es la caridad misma. Todos los miembros que forman una Congregación en la que de verdad exista ese espíritu, tienen un solo corazón y un alma sola; se aman y se ayudan mutuamente, comparten las alegrías y las penas, los éxitos y los fracasos de todos; las atenciones recíprocas y una entrañable fraternidad, unifica los espíritus y caracteres más diversos; … y Dios reina sobre todos. Así se encuentran la paz, la satisfacción y todas las virtudes”. (Circular nº 21, del 2/07/1864)