Con el fin de plasmar el lema en un cuadro oficial del Instituto, el Consejo General encargó la pintura de una Sagrada Familia. El cometido recayó sobre el Sr. Guglielmino, profesor de pintura de la Escuela Artigianelli de Turín. Fue realizada en 1934 y se conserva en Villa Brea, Chieri (Italia).
Así se materializó la pintura conocida como “cuadro oficial”, una estampa muy lograda que ha generado multitud de versiones en todas las técnicas artísticas. Mide 1’86 m de alta por 1’37 de ancha.
El propio Superior General de entonces, el Hno. Esteban Baffert, comentó el mensaje del cuadro:
En Nazaret se oraba: Las tres personas están unidas por el solo acto de obediencia de Jesús, a quien José manda y a quien María admira. Pero Jesús, que es el lazo de unión en el cuadro, es también la figura que expresa más directamente la oración. Su oído escucha lo que san José, su padre de la tierra, le manda, pero su mirada se eleva claramente hacia su Padre del cielo que es quien manda a través de san José.
María no olvida ni por un instante esa relación divina de su Hijo con el Padre celestial, y es precisamente la maravilla interior que experimenta al ver a ese Dios tan grande obedecer con tanta humildad, lo que tiene su mirada pendiente de los movimientos de su Hijo.
San José, aunque es quien manda, no pierde de vista que su hijo, aprendiz en el taller, lleva en sí mismo la luz de Dios. Por eso, a pesar de que manda a su hijo, tiene una mirada sumisa ante la sabiduría de su Creador, en una actitud de oración, de homenaje y de adoración.
En Nazaret se trabajaba: A primera vista tenemos a la Sagrada Familia en el trabajo. San José está en el banco de carpintero. María, sentada frente a él, tiene su labor sobre las rodillas. Está cosiendo. La mano que tiene la aguja se ha detenido un momento. La madre contempla la obediencia de su hijo Jesús quien, llamado por José, acaba de tomar un martillo y un trozo de madera, y ahora escucha las órdenes que le da su padre.
En Nazaret se amaba: El amor de María y de José y su unión en Jesús han sido expresados de una manera sugerente por la cercanía y disposición de las personas en el cuadro. Fijémonos cómo María ha acercado su taburete hasta la cercanía del banco de trabajo de su esposo. Ha dejado únicamente un pequeño espacio que Jesús acaba de llenar con su persona divinamente atrayente. Jesús aparece como lazo de unión entre los dos santos esposos, al mismo tiempo que los une por las miradas, del cuerpo y del alma, centradas en Él.
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