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Introducción
La visión pastoral de Amoris laetitia (AL) respecto a la vida de las parejas
Capitulo V de Amoris laetitia – “Amor que se vuelve fecundo”

La Sagrada Familia “buena noticia” para la familia.
Elogio al revés de la Sagrada Familia

 


INTRODUCCIÓN

Amoris Laetitia

He aquí los 5 puntos más relevantes:

  • el magisterio no tiene que decirlo todo: este antiguo criterio eclesial, que fue superado con el Concilio Vaticano II, llamado al final a “repetirlo” todo al menos una vez, ahora se pone de nuevo de actualidad en la práctica del magisterio. El ministerio magisterial devuelve a la dinámica eclesial la “mediación” de la contingencia, sin pretender encasillarla una vez por todas en una “ley general”; (nn.2-3)
    1. misericordia y justicia no están sobre el mismo plano, sino que la misericordia es el origen y el objetivo de la justicia. Esto tiene no sólo consecuencias sobre la “gestión” de las crisis matrimoniales, sino sobre todo sobre el modo de entender el fundamento y el objetivo de la familia. Esto no está confiado en primis a los derechos y a los deberes, sino a la experiencia de un don;
    2. En la historia de la Iglesia se entrelazan dos modalidades de relación con las crisis: una quiere excluir y lo otra quiere integrar. Desde el Concilio de Jerusalén, la segunda ha prevalecido sobre la primera, hasta hacer descender de la Iglesia el sentido mismo de esta capacidad de integración;
  • Una profunda autocrítica acerca de la relación de la Iglesia con el mundo moderno se convierte -indirectamente- en una importante afirmación eclesiológica: la relación entre Iglesia y mundo es replanteada no sobre el registro negación/afirmación de los valores, que no son negociables, sino sobre el del reconocimiento de los “signos de los tiempos”. De una lógica metafísico/cognitiva/autoritaria se pasa a una lógica experiencial/afectiva/ministerial. (35-37)
  • Llevarlo todo al encuentro concreto con la Palabra de Dios come lugar del discernimiento, evitando entregar el juicio al lenguaje abstracto de normas generales, que se vuelven “piedras” y que traicionan el rostro materno de la Iglesia, haciéndolo rígido en la figura de un juez. Una “analogía imperfecta” y un “signo imperfecto” (72-73)

En síntesis:

  • cambia el magisterio: la relación entre autoridades centrales y autoridades periféricas resulta intensamente modificado. El papa acostumbraba a solucionar las controversias a través de una norma eclesial que reservaba a sí mismo la decisión. Francisco utiliza la propia autoridad para investir de autoridad a los Obispos y presbíteros. De la lógica del Motu proprio se pasa a la del Motu Communi… Se supera un “modelo del siglo XIX” que es reactivo y de oposición. De Pío IX a Francisco.
  • cambia la relación entre lo pastoral y lo jurídico: a una tradición que redujo el campo matrimonial a una serie de instituciones jurídicas, erosionando casi todo el espacio dedicado a la cura pastoral, se responde con una acción que está reequilibrando la vía jurídica con la vía pastoral. El espacio que se ha abierto aparece “abismal”, pero es, en realidad, fruto no sólo de la tradición, sino también del sentido común.
  • cambia la importancia del sujeto, de la conciencia y de la historia: en este recorrido de apertura, el sujeto adquiere un nuevo relieve. Dios no está solo en la máxima exterioridad de la ley, sino también en la íntima interioridad de la conciencia. Dios como “intimior íntimo meo” provoca un nuevo examen de la relación entre exterioridad e interioridad, con una recuperación de la segunda. Podríamos decir que Francisco lee la Humanae vitae con los ojos de Dignitatis Humanae. Crea asía una nueva síntesis: ¡Dignitatis Humanae Vitae!

La visión pastoral de AMORIS LAETITIA (AL)
respecto a la vida de las parejas

  1. Las dos coordenadas que guían la orientación pastoral respecto a la exhortación AMORIS LAETITIA de Papa Francisco
    • Dos coordenadas facilitan la comprensión de “Amoris Laetitia” que trata del amor conyugal y de la familia.Para comprender de una manera más objetiva y sosegada posible, en qué consiste esta discontinuidad con la perspectiva tradicional, hace falta poner mucha atención en las primeras líneas del documento, al punto que, después de la lectura del n ° 1 del texto podríamos cerrar el libro y sacar nosotros mismos las consecuencias pastorales y teológicas.  a) La primera es un sobresalto de alegría para la Iglesia cuando ella misma se encuentra frente a una experiencia de amor. El texto no empieza indicando lo que la Iglesia tiene que dar o decir a una pareja, sino lo que Dios le brinda a ella cuando se encuentra frente a la experiencia del amor, en sus diferentes expresiones. El arranque es un reconocimiento y no un diagnóstico y tampoco una propuesta: el amor es un regalo de Dios que ocasiona alegría a la Iglesia. Es algo que hay que recibir y por el cual regocijarse. De esta manera se le quita a la Iglesia todo poder sobre el amor y por consecuencia toda actitud de control por parte de ella. Es una alegre renuncia al control para una gozosa aceptación de un regalo que la precede y la supera. Resulta evidente que la expresión “buena noticia” se refiere directamente a Evangelii Gaudium- (EG 164) cuando papa Francisco resume, con una sencillez encantadora el kerigma, esa es la buena noticia que la Iglesia está llamada a proclamar: “Jesucristo te ama, dio su vida para salvarte, y ahora está vivo a tu lado cada día, para iluminarte, para fortalecerte, para liberarte”. Fijémonos como en EG tenemos tres verbos (iluminarte, fortalecerte, liberarte) que forman la base del documento y que corresponden sorpresivamente (es decir son la conjugación relativa al amor) a los tres verbos del Capítulo 8 de AL: discernir, acompañar, integrar. Discernir es iluminar, acompañar es fortalecer, liberar es integrar.Estas dos frases iniciales cambian por completo el papel de la Iglesia y de Dios: una Iglesia al servicio del amor (y no su revisora como, quizás con buenas intenciones, fue y aún es percibida, sino como su servidora); y un Dios no celoso del amor humano (como desgraciadamente y durante mucho tiempo ha sido presentado y percibido), sino un Dios contento por la felicidad de cada uno de sus hijos e hijas.
    • AL se caracteriza por estas dos coordenadas: la identificación y el cuidado. Ambas quitan a la Iglesia toda auto-referencialidad y cualquier idea de gestión del amor en la familia y colocan a la Iglesia en el espacio de la diaconía (es decir en el espacio de la pastoral) al servicio del Único que puede hacer nacer el amor, cuidarlo y salvarlo. Ese milagro lo llamamos el Espíritu Santo.
    • b) La segunda coordenada es menos determinante que la primera: “el anuncio cristiano respecto a la familia es realmente una buena noticia”. Esta segunda afirmación tiene una doble vertiente: hay un anuncio confiado a la iglesia, llamado “anuncio cristiano”: es decir, la Iglesia tiene una palabra que ofrecer acerca del amor, que es una segunda palabra (la primera ya está inscrita en el propio amor humano); este anuncio es una palabra buena, una palabra que hace bien, es una buena noticia. Si la primera vertiente fue una admisión agradecida, la segunda es una exigencia, recibida como misión, que es cuidar con esmero el don del amor para ser promovido, acompañado, cuidado y salvado. Es el don, para el amor humano, de una nueva gracia dentro la primera que ya lo caracteriza de por sí solo.
      Resulta evidente que la expresión “buena noticia” se refiere directamente a Evangelii Gaudium- (EG 164) cuando papa Francisco resume, con una sencillez encantadora el kerigma, esa es la buena noticia que la Iglesia está llamada a proclamar: “Jesucristo te ama, dio su vida para salvarte, y ahora está vivo a tu lado cada día, para iluminarte, para fortalecerte, para liberarte”. Fijémonos como en EG tenemos tres verbos (iluminarte, fortalecerte, liberarte) que forman la base del documento y que corresponden sorpresivamente (es decir son la conjugación relativa al amor) a los tres verbos del Capítulo 8 de AL: discernir, acompañar, integrar. Discernir es iluminar, acompañar es fortalecer, liberar es integrar.
      AL se caracteriza por estas dos coordenadas: la identificación y el cuidado. Ambas quitan a la Iglesia toda auto-referencialidad y cualquier idea de gestión del amor en la familia y colocan a la Iglesia en el espacio de la diaconía (es decir en el espacio de la pastoral) al servicio del Único que puede hacer nacer el amor, cuidarlo y salvarlo. Ese milagro lo llamamos el Espíritu Santo.
      Estas dos frases iniciales cambian por completo el papel de la Iglesia y de Dios: una Iglesia al servicio del amor (y no su revisora como, quizás con buenas intenciones, fue y aún es percibida, sino como su servidora); y un Dios no celoso del amor humano (como desgraciadamente y durante mucho tiempo ha sido presentado y percibido), sino un Dios contento por la felicidad de cada uno de sus hijos e hijas.
  • 1.2 ¿Una perspectiva pastoral?
    Estamos claramente frente a una visión pastoral. La afirmación fue repetida en varias ocasiones, también para tranquilizar a los que se sienten desubicados frente a esta postura indefensa y a esta renuncia al control, considerada como una especie de “pensamiento débil” de la Iglesia sobre el tema central del amor y de la sexualidad, que fue el baluarte de su “pensamiento fuerte”, por lo menos durante estos dos últimos siglos. (1) El enfoque de AL es pastoral, se afirmó, y no doctrinal. No se puso en duda la doctrina cristiana acerca del matrimonio y, sobre todo acerca de su indisolubilidad, sino que se eligió ponerse al lado de las personas, así como están, para acompañarlas y para que disfruten la buena noticia del Evangelio en sus situaciones concretas, buenas o malas que fueran.
    Estoy de acuerdo con los que afirman el carácter pastoral de AL, pero pongo un punto de interrogación acerca de la afirmación de que no tiene carácter doctrinal.
    Intentemos aclarar lo que quiere decir “pastoral”.
    Si hablamos en términos generales, podemos afirmar que “pastoral” es el acto eclesial con el objeto de poner a las personas y a las comunidades en las condiciones de experimentar en sí mismas, la fecundidad de la Pascua, la generosidad inagotable de la gracia del Padre, su benevolencia para cada persona: dicho en palabras más actuales, su misericordia.
    Puesta en estos términos, la afirmación inicial que AL intentaba abordar la cuestión desde el punto de vista pastoral y no doctrinal, ahora empieza a tambalear, porque si es pastoral todo lo que nos hace experimentar la gracia de la Pascua en las situaciones de la vida humana, todo lo que es pastoral es también necesariamente doctrinal, porque tiene que hacer experimentar esa misma Pascua, y no otra cosa, y tiene que permitir el encuentro con ese Dios y no con otro, encarnando ese kerigma y no otra noticia.
    Si asumimos pues la afirmación que AL tiene un enfoque pastoral, y fijándonos como AL aplica concretamente la acción pastoral de la Iglesia en la experiencia del amor humano y de la familia, iremos valorando si el enfoque será, al mismo tiempo, también doctrinal. Si esto no fuera cierto, tendríamos que concluir que la acción de la Iglesia va por un camino y su doctrina por otro.
    Por lo tanto tendremos también que afirmar en qué medida el enfoque pastoral de AL contribuya a la comprensión de la doctrina de la Iglesia y de su misma naturaleza, porque si el entendimiento de esa misma doctrina no permite o no favorece suficientemente el acceso a la gracia de aquella Pascua (que aquí podemos llamar misericordia), entonces ya no podemos considerarla doctrina cristiana, y tampoco “traditio” cristiana.
    Más adelante vamos a retomar este tema.
  1. De lo deductivo a lo inductivo, hasta el “discernimiento”

Vamos a analizar cómo se aplica el enfoque pastoral de AL al amor y a la familia.

2.1 Ni deductivo ni inductivo

Es evidente que el carácter pastoral de AL abandona el enfoque deductivo en las situaciones concretas acerca del amor y la familia, y esto vale ya sea por las situaciones buenas ya sea por las llamadas “no regulares”. La visión deductiva consiste en afirmar el valor general (“no negociable”, como nos habíamos acostumbrados a expresarnos), y transforma este valor en leyes que reglamentan el comportamiento de todos, y que codifica los casos legales con sus consecuencias cuando las leyes no se respetan en situaciones particulares: valor, norma, aplicación de la norma, consecuencias de la no aplicación de la norma, posibles soluciones. El caso del amor vivido por personas convivientes, por personas casadas sólo por el civil o vinculadas por un segundo matrimonio después del divorcio, queda claro. La visión deductiva recuerda que para un bautizado sólo el sacramento del matrimonio responde al plan de Dios y legitima los actos matrimoniales; que una segunda unión es contraria a la voluntad de Dios; que una situación, que desde el punto de vista jurídico es considerada “un reato permanente”, por consiguiente hace imposible el acceso a dos sacramentos fundamentales y al ejercicio de los ministerios en la comunidad eclesial, con toda la casuística que encierra. El abandono de esta perspectiva viene reafirmado en varias ocasiones en AL. La más explícita e incluso la más dura, se encuentra en el número 304:

“Es mezquino detenerse sólo a considerar si el obrar de una persona responde o no a una ley o norma general, porque eso no basta para discernir y asegurar una plena fidelidad a Dios en la existencia concreta de un ser humano. Ruego encarecidamente que recordemos siempre algo que enseña santo Tomás de Aquino, y que aprendamos a incorporarlo en el discernimiento pastoral: «Aunque tengamos necesidad de los principios generales, cuanto más se afrontan las cosas particulares, tanta más indeterminación hay […]

Es verdad que las normas generales presentan un bien que nunca se debe desatender ni descuidar, pero en su formulación no pueden abarcar absolutamente todas las situaciones particulares. Al mismo tiempo, hay que decir que, precisamente por esa razón, aquello que forma parte de un discernimiento práctico ante una situación particular no puede ser elevado a la categoría de una norma. Ello no sólo daría lugar a una casuística insoportable, sino que pondría en riesgo los valores que se deben preservar con especial cuidado.

 

Cabe señalar que esta perspectiva en AL no se aplica sólo a las situaciones “irregulares”. La relación entre valor-ley-comportamiento, en su estricta concadenación, no se toma en cuenta incluso en las situaciones “regulares”, del amor de cada día, vivido en familia. AL denuncia repetidamente la idealización excesiva del amor familiar, que en lugar de ayudar pone sobre los hombros de las familias cargas que ni siquiera los que se las imponen son capaces de aguantar:

Otras veces, hemos presentado un ideal teológico del matrimonio demasiado abstracto, casi artificiosamente construido, lejano de la situación concreta y de las posibilidades efectivas de las familias reales. Esta idealización excesiva, sobre todo cuando no hemos despertado la confianza en la gracia, no ha logrado que el matrimonio sea más deseable y atractivo, sino todo lo contrario. “(LA 36).

– El abandono de una visión deductiva, es evidente, pero ¿con qué la vamos a sustituir en la perspectiva pastoral de AL? ¿Por una visión inductiva? El rechazo de esta elección es igualmente claro y se repite en varios pasajes:

aquello que forma parte de un discernimiento práctico ante una situación particular no puede ser elevado a categoría de norma ” (EN 304) (2). No son las situaciones concretas a convertirse en principios y tampoco se aceptan las situaciones así como son, justificándolas con el argumento de la fragilidad humana, argumento de por sí muy seductor para la cultura actual, caracterizada por un marcado narcisismo. La misericordia no se aplica como condescendencia a la fragilidad y como un borrón y cuenta nueva a la vida pasada. La misericordia pide buscar la verdad en sus recorridos personales y, cuando se dan las condiciones, hay que comenzar el trabajo penitencial de conversión (Cfr. AL 78).

– No podemos pasar de lo deductivo a lo inductivo, sino que a partir de ambas visiones lleguemos al “discernimiento”. La palabra discernimiento aparece 35 veces y 10 veces el verbo discernir, términos utilizados cada vez que se trata de indicar el camino pastoral a seguir y de realzar la acción pastoral de la iglesia.
Pasar de lo deductivo y de lo inductivo al proceso de discernimiento es mucho más comprometedor para la pastoral, y también para la interpretación de la doctrina.

  • 2.2 El proceso del discernimiento
  • Pasar de lo deductivo y de lo inductivo al proceso de discernimiento es mucho más comprometedor para la pastoral, y también para la interpretación de la doctrina.
  • – No podemos pasar de lo deductivo a lo inductivo, sino que a partir de ambas visiones lleguemos al “discernimiento”. La palabra discernimiento aparece 35 veces y 10 veces el verbo discernir, términos utilizados cada vez que se trata de indicar el camino pastoral a seguir y de realzar la acción pastoral de la iglesia.
  • aquello que forma parte de un discernimiento práctico ante una situación particular no puede ser elevado a categoría de norma ” (EN 304) (2). No son las situaciones concretas a convertirse en principios y tampoco se aceptan las situaciones así como son, justificándolas con el argumento de la fragilidad humana, argumento de por sí muy seductor para la cultura actual, caracterizada por un marcado narcisismo. La misericordia no se aplica como condescendencia a la fragilidad y como un borrón y cuenta nueva a la vida pasada. La misericordia pide buscar la verdad en sus recorridos personales y, cuando se dan las condiciones, hay que comenzar el trabajo penitencial de conversión (Cfr. AL 78).
  • “Es mezquino detenerse sólo a considerar si el obrar de una persona responde o no a una ley o norma general, porque eso no basta para discernir y asegurar una plena fidelidad a Dios en la existencia concreta de un ser humano. Ruego encarecidamente que recordemos siempre algo que enseña santo Tomás de Aquino, y que aprendamos a incorporarlo en el discernimiento pastoral: «Aunque tengamos necesidad de los principios generales, cuanto más se afrontan las cosas particulares, tanta más indeterminación hay […]

  • 2.1 Ni deductivo ni inductivo
  • Vamos a analizar cómo se aplica el enfoque pastoral de AL al amor y a la familia.
  • 2. De lo deductivo a lo inductivo, hasta el “discernimiento”
  • Más adelante vamos a retomar este tema.
  • Si asumimos pues la afirmación que AL tiene un enfoque pastoral, y fijándonos como AL aplica concretamente la acción pastoral de la Iglesia en la experiencia del amor humano y de la familia, iremos valorando si el enfoque será, al mismo tiempo, también doctrinal. Si esto no fuera cierto, tendríamos que concluir que la acción de la Iglesia va por un camino y su doctrina por otro.
  • Si hablamos en términos generales, podemos afirmar que “pastoral” es el acto eclesial con el objeto de poner a las personas y a las comunidades en las condiciones de experimentar en sí mismas, la fecundidad de la Pascua, la generosidad inagotable de la gracia del Padre, su benevolencia para cada persona: dicho en palabras más actuales, su misericordia.
  • Estoy de acuerdo con los que afirman el carácter pastoral de AL, pero pongo un punto de interrogación acerca de la afirmación de que no tiene carácter doctrinal.
  • AL se caracteriza por estas dos coordenadas: la identificación y el cuidado. Ambas quitan a la Iglesia toda auto-referencialidad y cualquier idea de gestión del amor en la familia y colocan a la Iglesia en el espacio de la diaconía (es decir en el espacio de la pastoral) al servicio del Único que puede hacer nacer el amor, cuidarlo y salvarlo. Ese milagro lo llamamos el Espíritu Santo.
  • b) La segunda coordenada es menos determinante que la primera: “el anuncio cristiano respecto a la familia es realmente una buena noticia”. Esta segunda afirmación tiene una doble vertiente: hay un anuncio confiado a la iglesia, llamado “anuncio cristiano”: es decir, la Iglesia tiene una palabra que ofrecer acerca del amor, que es una segunda palabra (la primera ya está inscrita en el propio amor humano); este anuncio es una palabra buena, una palabra que hace bien, es una buena noticia. Si la primera vertiente fue una admisión agradecida, la segunda es una exigencia, recibida como misión, que es cuidar con esmero el don del amor para ser promovido, acompañado, cuidado y salvado. Es el don, para el amor humano, de una nueva gracia dentro la primera que ya lo caracteriza de por sí solo.
  • Este sobresalto de alegría de inmediato nos recuerda el sobresalto de aquel niño en el vientre de Isabel, la anciana, “al sentir” la presencia del amor de Dios hecho carne en el vientre de María, la joven (Lc 1:41). Isabel es signo de una iglesia que sabe sobresaltar frente a una visita inesperada, no planeada y en cierto sentido, no “normal” (como en el caso de María) de su Señor.
  • Las afirmaciones del arranque son dos.
  • “La alegría del amor que se vive en las familias es también el gozo de la Iglesia. […] El anuncio cristiano relativo a la familia es verdaderamente una buena noticia”.
  • El n° 1, de hecho, presenta dos coordenadas fundamentales para mirar, acompañar y dejarnos acompañar por la experiencia del amor de una pareja y por el amor de una familia.
  • Ahora nos estamos percatando del cambio relevante que AL (Amoris Laetitia) ha tenido en la Iglesia en su visión del amor humano y de la familia.
  • El primero consiste en mirar la situación por lo que es, desde el interior de la propia condición (desde la periferia al centro), suspendiendo cualquier juicio. De esta manera podemos constatar que “la elección del matrimonio civil o, en algunos casos, la mera convivencia, en muchos casos no es motivada por el prejuicio o la resistencia contra la unión sacramental, sino por situaciones culturales o contingentes”, como son las laborales o económicas. (AL 294; CFR 40), o por la influencia de la cultura actual. Para los separados y divorciados recordemos que la separación a veces puede llegar a ser moralmente necesaria (241); que los divorciados que se han vuelto a casar pueden encontrarse en situaciones muy diferentes, que no pueden ser catalogadas o encerradas en afirmaciones demasiado rígidas “(EN 298). En esta primera etapa del discernimiento, aprendamos a distinguir. Por ejemplo, se comenta, una cosa es una segunda unión consolidada en el tiempo (298); otra cosa es la situación de alguien que rompió repetidamente sus compromisos familiares (298). “Los Padres sinodales han expresado que el discernimiento de los pastores siempre debe hacerse “distinguiendo adecuadamente”, con una mirada que «discierna bien las situaciones. Sabemos que no existen «recetas sencillas” (298).
  • El segundo paso del discernimiento es muy fino y tiene un sabor claramente ignaciano. Retoma lo que dijo San Ignacio: saber encontrar a Dios en todas las cosas. Este ojo del discernimiento es decisivo. Es la capacidad de ver en todas las situaciones de amor, incluso en la menos regular, la presencia de los signos del Verbo (77), la presencia de la gracia de Dios que actúa también en la vida de estas personas (291). Esto nos lleva a poner de relieve los elementos positivos sobre los cuales nos podemos apoyar, y que podemos utilizar como palanca para conducir a una mayor apertura al Evangelio del matrimonio en su plenitud (293). En otras palabras, se trata de aliarnos con los signos de amor que de alguna manera reflejan el amor de Dios, incluso en las situaciones más imperfectas (294).                                                                                     Esta primera mirada permite que también la segunda tenga la misma claridad: precisamente porque vemos el bien, podemos tener la libertad para denunciar lo que no es bueno, lo que en el amor humano engaña y deshumaniza, lo que no es fruto del Espíritu. Encontramos esta misma lógica en EG: después del gran sí hacia el hombre, que es el anuncio del Evangelio de la alegría (Capítulo 1), papa Francisco pronuncia con gran fuerza los famosos 8 noes de EG, que no son “en contra” de la gente, sino todos a favor del sí de Dios al hombre (capítulo 2). En AL, por ejemplo, se afirma que ” debe quedar claro que éste no es el ideal que el Evangelio propone para el matrimonio y la familia” (EN 298), refiriéndose con esto a ciertos divorcios y segundos matrimonios. No se tiene miedo en llamar a las cosas por el nombre de “fragilidad e imperfección” (296). Queda clara la denuncia de ideologías y condicionamientos culturales (201) típicos del narcisismo de la cultura de lo provisorio (AL 39 particularmente eficaz y verdadero).
  • El tercer paso del proceso de discernimiento en las situaciones concretas consiste en acompañar a la persona desde el punto en que se encuentra, e ir profundizando gradualmente las exigencias del Evangelio (38), intentando lograr el bien posible en esa situación. Este camino requiere dos momentos. El primero es ayudar a las personas para que tomen conciencia de su situación ante Dios y hagan la verdad en sí mismas (300). El segundo consiste en “alimentar la semilla del Verbo” (76). Para realizarlo, como hemos dicho antes, se trata de valorar los elementos constructivos que en aquella situación no corresponden todavía o han dejado de corresponder a las enseñanzas de la Iglesia acerca del matrimonio (292). Sobre este punto es muy significativo el siguiente paso: “El discernimiento debe ayudar a encontrar los posibles caminos de respuesta a Dios y de crecimiento en medio de los límites. Por creer que todo es blanco o todo es negro a veces cerramos el camino de la gracia y del crecimiento, y desalentamos caminos de santificación que dan gloria a Dios. Recordemos que «un pequeño paso, en medio de grandes límites humanos, puede ser más agradable a Dios que la vida exteriormente correcta de quien transcurre sus días sin enfrentar importantes dificultades” (305).
  • El último paso, especificado con el verbo integrar, indica que el objetivo final del discernimiento es lograr que las personas involucradas, participen en la vida de la comunidad eclesial.
    No son excomulgados y forman parte de la comunión eclesial, dice el nº 243. “Ellos deben estar más integrados en las comunidades cristianas de diferentes maneras… Son bautizados, son hermanos y hermanas.” “Se debe ayudar a cada uno a encontrar su propia manera de participar en la comunidad eclesial” (297). La fina sensibilidad de esta integración consiste en reconocer que ” el Espíritu Santo derrama en ellos dones y carismas para el bien de todos” (299). Esto quiere decir que las parejas que conviven, que están casadas por el civil, separadas, divorciadas y que se han vuelto a casar, traen dones y carismas para el bien de todos. Está claro que la perspectiva de la Exhortación Apostólica Familiaris consortio, que había declarado que no son excomulgados, y que forman parte de la Iglesia (afirmación que se diferencia de las declaraciones anteriores) es asumida realmente y realizadas en todas sus consecuencias. La inclusión es pues la finalidad de todo el proceso del discernimiento pastoral (299). Esta integración, como sabemos, vale también para los sacramentos (n ° 300, 336 nota 3), siempre respetando la lógica de los 4 pasos del discernimiento.
  • 3. Los principios de EG implementados en el tema específico del amor y la familia
  • Así pues, el proceso del discernimiento tiene como objetivo acompañar a las personas, iluminar su conciencia para que puedan vivir la gracia de Dios en su condición, en la medida de su capacidad, es decir, del bien posible. De esta manera la Iglesia hace lo que desde siempre ha dicho su tradición: devuelve la autoridad final a la conciencia de los creyentes, no se sustituye a ella sino que la acompaña para iluminarla. La Iglesia se siente llamada a “dejar espacio a la conciencia de los fieles, que muchas veces responden lo mejor posible al Evangelio en medio de sus límites y pueden desarrollar su propio discernimiento ante situaciones donde se rompen todos los esquemas. Estamos llamados a formar las conciencias, no a pretender sustituirlas. (AL 37)
  • Vale la pena señalar que AL, abandonando una visión deductiva aplicable para todo un mundo en pro de un proceso de discernimiento a realizar en las situaciones individuales, es la aplicación de por lo menos dos de los cuatro principios enunciados en EG (4): el tiempo es superior al espacio (EG 222) y la realidad es más importantes que la idea (EG 231). Para el primero (el tiempo es superior al espacio) AL invita a ” iniciar procesos más que poseer espacios” (EG 223), pide “tener presente el horizonte, asumir los procesos posibles y el camino largo” (EG 225). Para el segundo principio (la realidad es más importante que la idea) AL hace lo que EG expresa: “evitar que la idea termine separándose de la realidad y que oculte la realidad (EG 231). Estos dos principios devuelven al amor humano su dimensión histórica, su experiencia de camino que se realiza en el tiempo y es caracterizado por el límite. Es la plena aceptación de la realidad de un amor que se mide con la historia (5). El amor, al ser entregado a la historia, vuelve a activar el objetivo de la pastoral que consiste en facilitar todo “el bien posible”: “Sin disminuir el valor del ideal evangélico, hay que acompañar con misericordia y paciencia las etapas posibles de crecimiento de las personas que se van construyendo día a día», dando lugar a «la misericordia del Señor que nos estimula a hacer el bien posible” (AL 308).- El horizonte de AL y sus consecuencias pastorales ya estaban presentes en EG, pero en EG hubieran podido pasar desapercibidos. AL los pone en evidencia: une la perspectiva de Iglesia con la de la fe y la misión de EG (es decir la visión que tiene Dios) en el caso concreto y muy sensible del amor y de la familia. De esta manera no deja ninguna salida abierta: pone de realce toda la extensión de la nueva reflexión y reformulación de la propuesta eclesial del Evangelio acerca del amor humano y la familia, reformulación que no debemos titubear en definirla una “reforma”.Estas reacciones tan fuertes (tanto de alegría como de resistencia) no son causadas por el acuerdo o desacuerdo acerca de una estrategia pastoral. Las distintas reacciones ponen de manifiesto una visión que atañe la comprensión eclesial de su doctrina, de su “traditio” y de la verdad del Dios que profesamos en el Credo.

    4. Un enfoque pastoral que vuelve a “reavivar” la doctrinaAhora estamos en condición de plantearnos una pregunta: la visión pastoral de AL, como la hemos presentada anteriormente, ¿tiene sólo carácter pastoral, lo cual no interfiere con la doctrina, o es una manera diferente de interpretarla?Sólo lo que es verdaderamente pastoral es verdaderamente doctrinal. Está en juego el rostro del Dios de Jesucristo. La pastoral en su acción da testimonio del rostro de Dios o lo ridiculiza, es decir presenta la doctrina cristiana o su deformación. A su vez, la doctrina salvaguarda el rostro de Dios, pero si se queda impermeable a la historia, o selecciona la realidad, puede llegar a ser testigo de lo contrario. En el caso específico del Evangelio del amor y de la familia, AL, asumiendo en profundidad la tarea pastoral del Evangelio de la familia, restituye a Dios el nombre con el que se reveló: el misericordioso. “Es verdad, por ejemplo, que la misericordia no excluye la justicia y la verdad, pero ante todo tenemos que decir que la misericordia es la plenitud de la justicia y la manifestación más luminosa de la verdad de Dios.” (AL 311). De esta manera AL reinterpreta toda la doctrina cristiana. Devuelve vida a Dios y carne tierna a la doctrina de la iglesia. Por lo tanto, pone las premisas para una Iglesia que ya no separa lo que Dios ha unido: dogma e historia, doctrina y vida, Evangelio y experiencia humana. Con una expresión muy familiar a la catequesis: fidelidad a Dios y fidelidad al hombre. Y esto es lo que hace AL: por misericordia entiende el amor que se encarna en la historia. “La doctrina cristiana no es un sistema cerrado incapaz de suscitar preguntas, dudas, interrogantes, sino que está viva, sabe intrigar y animar. Tiene un rostro que no es rígido, tiene un cuerpo que se mueve y crece, tiene carne tierna (6): la doctrina cristiana se llama Jesucristo” (Discurso del papa Francisco en el Vº Congreso de la Iglesia italiana, Florencia, 10/11/2015).Podemos señalar con precisión el eje sobre el cual se basa la necesidad de volver a visitar y revitalizar el corazón de la doctrina cristiana, de su dogma: este nuevo acercamiento ha transformado un atributo de Dios (misericordioso), en el rasgo que más define su identidad, y por lo tanto el principio hermenéutico para conocer y cuidar su rostro y por consecuencia para interpretar el depósito de la fe cristiana. (7)Podemos entonces estar de acuerdo con quienes afirman que AL es una aplicación extraordinaria, después de más de 50 años, del principio pastoral que inspiró y animó el Concilio Vaticano II. Y podemos repetir, respecto a esta fructífera tensión entre lo pastoral y lo doctrinal, lo que escribió en su tiempo, el Papa Juan XXIII en una frase que cierra su Diario del alma, el libro de sus pensamientos espirituales: “No es el Evangelio que cambia, sino nosotros que empezamos a entenderlo mejor”.

    Conclusión: la tarea encomendada a la teología y a la pastoral
    Quisiera concluir planteando dos preguntas.¿O es pedir demasiado?b) La segunda pregunta está dirigida a las personas que trabajan en la pastoral y a los teólogos que reflexionan acerca de la fe. Acoger AL y apoyar su perspectiva supone superar la distancia que existe entre los que reflexionan y los que trabajan en la pastoral. ¿Estamos preparados? Sobre este punto hace falta una santa alianza, cuya necesidad es agudizada por la alta exposición que AL está teniendo y que la pone en riesgo. Esta alianza necesita valor para actuar juntos y, al mismo tiempo, apoyo teológico inteligente. Las dos cosas juntas dirán que AL no se ha equivocado. “No son pocas las veces que se genera una oposición entre teología y pastoral, como si fueran dos realidades opuestas, separadas, que nada tienen que ver la una con la otra. […] Se genera de este modo […] una falsa oposición entre la teología y la pastoral; entre la reflexión creyente y la vida creyente; la vida, entonces, no tiene espacio para la reflexión y la reflexión no encuentra espacio en la vida. Todo esto nos ayuda a profundizar en el misterio de la Palabra de Dios, Palabra que exige y pide dialogar, entrar en comunicación. De ahí que no podemos ignorar a nuestra gente a la hora de realizar teología. Nuestro Dios ha elegido este camino. Él se ha encarnado en este mundo, atravesado por conflictos, injusticias, violencias; cruzado por esperanzas y sueños. Por lo tanto, no nos queda otro lugar para buscarlo que este mundo concreto…”Esta alianza entre teología y pastoral, hay que hacerla. ¿Estamos dispuestos?Notas

  • […] Este encuentro entre doctrina y pastoral no es opcional, es constitutivo de una teología que pretende ser eclesial. Las preguntas de nuestro pueblo, sus angustias, sus peleas, sus sueños, sus luchas, sus preocupaciones poseen valor hermenéutico que no podemos ignorar si queremos tomar en serio el principio de encarnación. Sus preguntas nos interpelan, sus cuestionamientos nos cuestionan.
  • Por lo que concierne específicamente a la teología, aquí representada, me conformo con mencionar un par de frases que papa Francisco ha dirigido en un video mensaje durante el Congreso Internacional Teológico de la Universidad Católica Argentina. (9)
  • a) La primera se refiere a la perspectiva de AL que pide a la Iglesia aceptar “que su vida se complique maravillosamente” (EG 270, AL 308). La expresión es paradójica, un verdadero oxímoron (8). Supone contar con creyentes dispuestos al inédito de Dios, fuertes en su fe y en su forma de pensar, pero abiertos y disponibles para servir a Dios en sus caminos y sintonizarse a los pensamientos de Él y no a los propios. En una palabra hace falta creyentes ni rígidos ni sacudidos por el viento, sino simplemente consistentes. La pregunta es la siguiente: ¿la iglesia actual es capaz de sobrellevar esta tan maravillosa complicación?
  • Por lo tanto, hay que reconocer que, las objeciones de los que dicen que papa Francisco modifica la doctrina, son legítimas. Él interviene (no solito, sino con el respaldo del discernimiento de dos sínodos, a su vez basados en el discernimiento de una Iglesia de base) respecto a la interpretación autorizada de la doctrina, haciendo lo que repitió varias veces, y más recientemente a los obispos italianos:
  • Es evidente que este enfoque pastoral tiene mucho que ver con la doctrina en el sentido que modifica la manera de interpretarla sin traicionarla y la honra precisamente para liberar su interpretación. Tal visión pastoral permite pasar, de un sistema cerrado, (con principios no negociables y codificados en reglas de comportamiento), a un patrimonio de vida que crece con el tiempo. Y por ser verdaderamente pastoral la visión de AL es verdaderamente doctrinal, porque en la fe cristiana sólo puede ser doctrinal lo que es realmente pastoral, fundado en el centro de la fe cristiana que profesamos en el Símbolo: “por nosotros y por nuestra salvación”.
  • Si EG podría parecer un factor de innovación silenciosa, AL llega a ser una palabra clara y esto explica las reacciones de sorpresa positiva y de fuerte resistencia que está ocasionando y que irán creciendo en la medida en que, al implementar sus directrices, se irá midiendo con más claridad su alcance.
  • Papa Francisco es consciente de este aspecto y lo expresa claramente al nº310, al concluir el capítulo 8, el más delicado: “No es una propuesta romántica o una respuesta débil ante el amor de Dios”.
  • El nº 300 es igual de claro al poner en guarda acerca de los riesgos de la que denomina “doble moral”: “Cuando se encuentra una persona responsable y discreta, que no pretende poner sus deseos por encima del bien común de la Iglesia, con un pastor que sabe reconocer la seriedad del asunto que tiene entre sus manos, se evita el riesgo de que un determinado discernimiento lleve a pensar que la Iglesia sostiene una doble moral”.
  • “Tampoco en lo referente a la disciplina sacramental, puesto que el discernimiento puede reconocer que en una situación particular no hay culpa grave. Allí se aplica lo que afirmé en otro documento: cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 44.47: AAS 105 (2013), 1038.1040.
  • El tiempo es superior al espacio, la unidad prevalece sobre el conflicto, la realidad es más importante que la idea, el todo es superior a la parte.
  • Muy oportuna, acerca de la doctrina que no tiene en cuenta la historia es la anotación de Jean-Paul Vesco que habla de riesgo “de cruzar la frontera que separa la teología de la ideología, es decir de cruzar lo que es la defensa de una idea del desprecio de la realidad” (Tout amour véritable est indissoluble, Cerf, Paris 2015,55). El autor añade: “No es posible en la Iglesia una reflexión teológica acerca de los divorciados que se han vuelto a casar sin arrancar de lo que están viviendo”
  • La expresión la carne tierna contiene una connotación: está viva, no es inmóvil; es permeable a la vida humana, a sus vicisitudes, a sus sufrimientos. En una palabra, es sensible.
  • Giovanni Ferretti lo destaca claramente: “Reflexionar acerca de la misericordia como criterio hermenéutico de la Palabra de Dios y en particular acerca de los contenidos relativos a la fe y a la moral cristiana, es de gran relevancia y urgencia. Descubrir en el amor misericordioso de Dios el “corazón del Evangelio” (cfr. EG 36) implica, de hecho, volver a pensar en esa luz el sentido y el alcance de todas las verdades y las normas de vida cristianas, toda la doctrina y la praxis eclesial. El principio de la jerarquía de las verdades de la fe – que el Vaticano II ha vuelto a proponer, sobre todo en campo ecuménico, ha sido retomado por el papa Francisco en una perspectiva general- no conlleva solamente una diversidad de importancia en el diálogo ecuménico o de prioridad en el anuncio misionero, sino sobre todo, a la luz de o de las verdades fundamentales, hay que entender e interpretar todas las demás verdades o normas de vida cristiana. (EG 34-26)

    Las dos coordenadas que guían la orientación pastoral respecto a la exhortación AMORIS LAETITIA de Papa Francisco
    xímoron: el encuentro de dos palabras o dos expresiones de significado opuesto que originan un nuevo sentido: Ej.: un silencio atronador.
    https://w2.vatican.va/content/francesco/es/messages/pont-messages/2015/documents/papa-francesco_20150903_videomessaggio-teologia-buenos-aires.html (Consultado el 19/08/2016).

 



 

Capítulo V de “Amoris laetitia” – “Amor que se vuelve fecundo”

Una lectura posible

Este capítulo de la exhortación se detiene particularmente en la familia como lugar donde se gestan los hijos. Privilegia el cuidado de la vida que se recibe y acompaña.
“La familia es el ámbito no sólo de la generación sino de la acogida de la vida que llega como regalo de Dios.”
« cuando se trata de los niños que vienen al mundo, ningún sacrificio de los adultos será considerado demasiado costoso o demasiado grande, con tal de evitar que un niño piense que es un error, que no vale nada y que ha sido abandonado a las heridas de la vida y a la prepotencia de los hombres ».

Los padres

Los distintos roles son tomados en su dimensión vincular y se nos invita a poner la mirada desde esos lugares. La familia es el lugar del “sueño” de los padres y de Dios.
“Una mirada serena hacia el cumplimiento último de la persona humana, hará a los padres todavía más conscientes del precioso don que les ha sido confiado.”
« Toda mamá y todo papá soñó a su hijo durante nueve meses […] No es posible una familia sin soñar. Cuando en una familia se pierde la capacidad de soñar los chicos no crecen, el amor no crece, la vida se debilita y se apaga »
“El amor de los padres es instrumento del amor del Padre Dios que espera con ternura el nacimiento de todo niño, lo acepta sin condiciones y lo acoge gratuitamente.”
La paternidad/maternidad es vista como forma de hacerse presente en la vida de los hijos.
“Aprenden así que la belleza del vínculo entre los seres humanos apunta a nuestra alma, busca nuestra libertad, acepta la diversidad del otro, lo reconoce y lo respeta como interlocutor […] y esto es amor, que trae una chispa del amor de Dios”
“La madre, que ampara al niño con su ternura y su compasión, le ayuda a despertar la confianza, a experimentar que el mundo es un lugar bueno que lo recibe, y esto permite desarrollar una autoestima que favorece la capacidad de intimidad y la empatía. La figura paterna, por otra parte, ayuda a percibir los límites de la realidad, y se caracteriza más por la orientación, por la salida hacia el mundo más amplio y desafiante, por la invitación al esfuerzo y a la lucha.”
“Decir presente no es lo mismo que decir controlador. Porque los padres demasiado controladores anulan a los hijos. “

Una familia grande

La familia es más que los padres y los hijos: adopción, fraternidad y amistad.
“Adoptar es el acto de amor de regalar una familia a quien no la tiene”
“Esto confirma que era una familia sencilla, cercana a todos, integrada con normalidad en el pueblo. Jesús tampoco creció en una relación cerrada y absorbente con María y con José, sino que se movía gustosamente en la familia ampliada, que incluía a los parientes y amigos.”
“Dios ha confiado a la familia el proyecto de hacer « doméstico » el mundo, para que todos lleguen a sentir a cada ser humano como un hermano.”
“Con el testimonio, y también con la palabra, las familias hablan de Jesús a los demás, transmiten la fe, despiertan el deseo de Dios, y muestran la belleza del Evangelio y del estilo de vida que nos propone. Así, los matrimonios cristianos pintan el gris del espacio público llenándolo del color de la fraternidad, de la sensibilidad social, de la defensa de los frágiles, de la fe luminosa, de la esperanza activa. Su fecundidad se amplía y se traduce en miles de maneras de hacer presente el amor de Dios en la sociedad”

Familia y Eucaristía

En el centro de la vida familiar nos presenta la Eucaristía. Verdadero sentido de Comunión familiar.
“No hay que olvidar que « la “mística” del Sacramento tiene un carácter social ». Cuando quienes comulgan se resisten a dejarse impulsar en un compromiso con los pobres y sufrientes, o consienten distintas formas de división, de desprecio y de inequidad, la Eucaristía es recibida indignamente. En cambio, las familias que se alimentan de la Eucaristía con adecuada disposición refuerzan su deseo de fraternidad, su sentido social y su compromiso con los necesitados.”

Hijos y padres: identidad y continuidad.

Reconocernos en quienes nos antecedieron, honrar a nuestros padres, el cuidado y la escucha de los ancianos, son necesarios para sabernos parte de un plan mayor.
“Todos somos hijos. Y esto nos reconduce siempre al hecho de que la vida no nos la hemos dado nosotros mismos sino que la hemos recibido.”
“El vínculo virtuoso entre las generaciones es garantía de futuro, y es garantía de una historia verdaderamente humana. Una sociedad de hijos que no honran a sus padres es una sociedad sin honor [.] Es una sociedad destinada a poblarse de jóvenes desapacibles y ávidos.”
“Quienes rompen lazos con la historia tendrán dificultades para tejer relaciones estables y para reconocer que no son los dueños de la realidad. Entonces, « la atención a los ancianos habla de la calidad de una civilización. ¿Se presta atención al anciano en una civilización? ¿Hay sitio para el anciano? Esta civilización seguirá adelante si sabe respetar la sabiduría, la sabiduría de los ancianos”

La familia: unión fraterna

Se aprende a ser familia siendo hermano. En la horizontalidad de lo fraterno se conjuga el amor a los más débiles como iguales.
“En la familia, entre hermanos, se aprende la convivencia humana […] Tal vez no siempre somos conscientes de ello, pero es precisamente la familia la que introduce la fraternidad en el mundo. A partir de esta primera experiencia de hermandad, nutrida por los afectos y por la educación familiar, el estilo de la fraternidad se irradia como una promesa sobre toda la sociedad.“
« la fraternidad en la familia resplandece de modo especial cuando vemos el cuidado, la paciencia, el afecto con los cuales se rodea al hermanito o a la hermanita más débiles, enfermos, o con discapacidad »

La unión conyugal como metáfora de la diversidad

El acto de amor y entrega se manifiesta en la unión de cónyuges que, con sus tradiciones y familias, se encuentra, acogen y comprenden. Los esposos reciben a las otras familias (suegros, suegras, parientes).
“Una delicadeza propia del amor consiste en evitar verlos como competidores, como seres peligrosos, como invasores. La unión conyugal reclama respetar sus tradiciones y costumbres, tratar de comprender su lenguaje, contener las críticas, cuidarlos e integrarlos de alguna manera en el propio corazón, aun cuando haya que preservar la legítima autonomía y la intimidad de la pareja. Estas actitudes son también un modo exquisito de expresar la generosidad de la entrega amorosa al propio cónyuge.”

 En la espiritualidad Safa

La continuidad que existe entre lo expresado en la exhortación y nuestra espiritualidad parecen evidentes. La recuperación de la cotidianeidad de la vida familiar de Nazaret se plasma en la inspiración de nuestro Fundador. La recuperación de los orígenes de nuestra familia nos pone en sintonía con esa relación particular que se establece entre los hijos y las generaciones que los precedieron.
El misterio de Nazaret nos invita a poner nuestra mirada y nuestro corazón en lo cotidiano de la vida oculta de Jesús. Insertos en su cultura y en su época realizan el Amor Trinitario, el “Dios Familia” en relaciones que incluyen maternidad, paternidad, filiación y fraternidad.
El énfasis puesto en la infancia de Jesús nos sitúa en el “cuidar la vida”.
El documento “Los vínculos que nos unen en Jesús, María y José” nos habla de:
“Un amor que se manifiesta en las relaciones de afecto donde la esponsalidad, la paternidad, la maternidad y la filiación son recibidas y entregadas como don, sin pretender dominar al otro. Es un amor que no se impone, con manifestaciones “pobres”, pero de contenido sublime. Este amor nos enseña a recibir todo y a acoger a todos como un don con corazón agradecido (eucarístico).”
Es un amor fecundo, donde María es capaz de engendrar a Dios y toda la familia encuentra su sentido en el cuidado mutuo.
Nuestra espiritualidad tiene una consideración especial por lo fraterno. El Hno. Gabriel nos legó este elogio del hermano que plasma tan certeramente en la Circular del 2 de julio de 1864 al referirse al “espíritu de cuerpo y de familia”.

Hermano. Mario Alfredo Fierro


 

La Sagrada Familia “buena noticia” para la familia.

Los capítulos VI y VII de “Amoris Laetitia”: La Pastoral y la Educación

Al principio de la exhortación “Amoris Laetitia” es presentada la Sagrada Familia de Nazaret como un icono para cada familia. Los Caps. VI y VII recogen algunos desafíos pastorales fijándose de modo más concreto en la educación de los hijos.
“Ante cada familia se presenta el icono de la familia de Nazaret, con su cotidianeidad hecha de cansancios y hasta de pesadillas, como cuando tuvo que sufrir la incomprensible violencia de Herodes, experiencia que se repite trágicamente todavía hoy en tantas familias de prófugos desechados e inermes. Como los magos, las familias son invitadas a contemplar al Niño y a la Madre, a postrarse y a adorarlo (cf. Mt 2,11). Como María, son exhortadas a vivir con coraje y serenidad sus desafíos familiares, tristes y entusiasmantes, y a custodiar y meditar en el corazón las maravillas de Dios (cf. Lc 2,19.51). En el tesoro del corazón de María están también todos los acontecimientos de cada una de nuestras familias, que ella conserva cuidadosamente. Por eso puede ayudarnos a interpretarlos para reconocer en la historia familiar el mensaje de Dios.” (A.L 30).

Observaciones iniciales

  • La familia es la protagonista de la pastoral familiar en ella misma y para otras familias. Para ello debe contar con el apoyo de otras instituciones: «La principal contribución a la pastoral familiar la ofrece la parroquia, que es una familia de familias, donde se armonizan los aportes de las pequeñas comunidades, movimientos y asociaciones eclesiales» (AL 202).
  • La orientación general dada a la Iglesia en La alegría del Evangelio encuentra su plena expresión para la familia en esta exhortación: «Se trata de hacer experimentar que el Evangelio de la familia es alegría que “llena el corazón y la vida entera”, porque en Cristo somos “liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento” (Evangelii gaudium, 1). “La Iglesia quiere llegar a las familias con humilde comprensión, y su deseo es acompañar a cada una y a todas las familias”
  • Pero esto solo puede realizarse en una Iglesia que vive para la misión. «Esto exige a toda la Iglesia una conversión misionera: es necesario no quedarse en un anuncio meramente teórico y desvinculado de los problemas reales de las personas». La pastoral familiar «debe hacer experimentar que el Evangelio de la familia responde a las expectativas más profundas de la persona humana” (A L 201).
  • Los desafíos y sugerencias pastorales son presentados por la exhortación en un itinerario de maduración que comprende varias etapas: la preparación y celebración del matrimonio, los primeros años de vida en familia, los momentos de crisis y hasta cuando llega la muerte.«La familia se convierte en sujeto de la acción pastoral mediante el anuncio explícito del Evangelio y el legado de múltiples formas de testimonio, entre las cuales: la solidaridad con los pobres, la apertura a la diversidad de las personas, la custodia de la creación, la solidaridad moral y material hacia las otras familias, sobre todo hacia las más necesitadas, el compromiso con la promoción del bien común, incluso mediante la transformación de las estructuras sociales injustas, a partir del territorio en el cual la familia vive, practicando las obras de misericordia corporal y espiritual» (A L 290).

Algunos pasajes significativos en estos dos capítulos

La vida matrimonial es presentada como un “camino de maduración” y como una “historia de salvación”, dando así toda su profundidad humana y espiritual capaz de integrar los momentos de plenitud y de dificultad.

  1. 221. Una de las causas que llevan a rupturas matrimoniales es tener expectativas demasiado altas sobre la vida conyugal. Cuando se descubre la realidad, más limitada y desafiante que lo que se había soñado, la solución no es pensar rápida e irresponsablemente en la separación, sino asumir el matrimonio como un camino de maduración, donde cada uno de los cónyuges es un instrumento de Dios para hacer crecer al otro. Es posible el cambio, el crecimiento, el desarrollo de las potencialidades buenas que cada uno lleva en sí. Cada matrimonio es una «historia de salvación», y esto supone que se parte de una fragilidad que, gracias al don de Dios y a una respuesta creativa y generosa, va dando paso a una realidad cada vez más sólida y preciosa. Quizás la misión más grande de un hombre y una mujer en el amor sea esa, la de hacerse el uno al otro más hombre o más mujer. Hacer crecer es ayudar al otro a moldearse en su propia identidad.

Cada familia tiene una historia concreta que implica también algunos momentos de crisis los cuales pueden ser vividos en sentido positivo si se toman como ocasión de superación.

  1. 232. La historia de una familia está surcada por crisis de todo tipo, que también son parte de su dramática belleza. Hay que ayudar a descubrir que una crisis superada no lleva a una relación con menor intensidad sino a mejorar, asentar y madurar el vino de la unión. No se convive para ser cada vez menos felices, sino para aprender a ser felices de un modo nuevo, a partir de las posibilidades que abre una nueva etapa. Cada crisis implica un aprendizaje que permite incrementar la intensidad de la vida compartida, o al menos encontrar un nuevo sentido a la experiencia matrimonial. De ningún modo hay que resignarse a una curva descendente, a un deterioro inevitable, a una soportable mediocridad. Al contrario, cuando el matrimonio se asume como una tarea, que implica también superar obstáculos, cada crisis se percibe como la ocasión para llegar a beber juntos el mejor vino. Es bueno acompañar a los cónyuges para que puedan aceptar las crisis que lleguen, tomar el guante y hacerles un lugar en la vida familiar.

En repetidas ocasiones se afirma que la Iglesia y sus pastores quieren caminar con las familias, teniendo en cuenta de manera particular a las que se encuentran en situaciones de mayor dificultad.

  1. 242. Los Padres indicaron que «un discernimiento particular es indispensable para acompañar pastoralmente a los separados, los divorciados, los abandonados. Hay que acoger y valorar especialmente el dolor de quienes han sufrido injustamente la separación, el divorcio o el abandono, o bien, se han visto obligados a romper la convivencia por los maltratos del cónyuge. El perdón por la injusticia sufrida no es fácil, pero es un camino que la gracia hace posible. De aquí la necesidad de una pastoral de la reconciliación y de la mediación, a través de centros de escucha especializados que habría que establecer en las diócesis»Al mismo tiempo, «hay que alentar a las personas divorciadas que no se han vuelto a casar —que a menudo son testigos de la fidelidad matrimonial— a encontrar en la Eucaristía el alimento que las sostenga en su estado. La comunidad local y los pastores deben acompañar a estas personas con solicitud, sobre todo cuando hay hijos o su situación de pobreza es grave».

La familia es la primera responsable de la educación de los hijos. La vida familiar es el primer contexto educativo donde se transmiten y adquieren los valores fundamentales que han de guiar a la persona en la vida.

  1. 274. La familia es la primera escuela de los valores humanos, en la que se aprende el buen uso de la libertad. Hay inclinaciones desarrolladas en la niñez, que impregnan la intimidad de una persona y permanecen toda la vida como una emotividad favorable hacia un valor o como un rechazo espontáneo de determinados comportamientos. Muchas personas actúan toda la vida de una determinada manera porque consideran valioso ese modo de actuar que se incorporó en ellos desde la infancia, como por ósmosis: «A mí me enseñaron así»; «eso es lo que me inculcaron». En el ámbito familiar también se puede aprender a discernir de manera crítica los mensajes de los diversos medios de comunicación. Lamentablemente, muchas veces algunos programas televisivos o ciertas formas de publicidad inciden negativamente y debilitan valores recibidos en la vida familiar.
  • Conexiones con la espiritualidad Sa-Fa
  • En Nazaret tenemos el “evangelio de la familia”. “Nazaret es la escuela de iniciación para comprender la vida de Jesús. La escuela del Evangelio. Aquí se aprende observar, a escuchar, a meditar, a penetrar en el sentido, tan profundo y misterioso, de aquella simplísima, humildísima, bellísima  manifestación del Hijo de Dios” (Pablo VI).
  • El valor de la vida cotidiana. Los largos años de vida de Jesús en Nazaret con María y José nos llevan a valorar lo cotidiano, el asumir poco a poco lo que nos rodea para construir la familia, la comunidad y cada una de nuestras personas. “No hay lazo social sin esta primera dimensión cotidiana, casi microscópica: el estar juntos en la vecindad, cruzándonos en distintos momentos del día, preocupándonos por lo que a todos nos afecta, socorriéndonos mutuamente en las pequeñas cosas cotidianas” (AL 276). “La espiritualidad del amor familiar está hecha de miles de gestos reales y concretos” (A L 315).
  • En diversas ocasiones la exhortación trata de los momentos de crisis del matrimonio y de la familia. Tras ellos podemos ver en perspectiva los momentos de difíciles vividos por la Sagrada Familia a los que el texto se refiere explícitamente.
  • La Sagrada Familia es el lugar donde Jesús crecía en todas las dimensiones (Lc 2, 52). “El camino ordinario es proponer pequeños pasos que puedan ser comprendidos, aceptados y valorados, e impliquen una renuncia proporcionada. De otro modo, por pedir demasiado, no logramos nada” (AL 271). Y en la familia no sólo crecen los hijos sino también los esposos: la educación es también cuestión de reciprocidad.
  • Algunas sugerencias para la Familia Sa-Fa

– La problemática pastoral de la exhortación concierne a todos, pero más directamente a los laicos de la Familia Sa-Fa. Como el mismo documento indica: “La caridad adquiere matices diferentes, según el estado de vida al cual cada uno haya sido llamado. Hace ya varias décadas, cuando el Concilio Vaticano II se refería al apostolado de los laicos, destacaba la espiritualidad que brota de la vida familiar. Decía que la espiritualidad de los laicos «debe asumir características peculiares por razón del estado de matrimonio y de familia y que las preocupaciones familiares no deben ser algo ajeno «a su estilo de vida espiritual». (A L 313).

– La exhortación confirma y da una nueva motivación a una de las orientaciones del Capítulo General de 2013: “Atender la dimensión formativa y pastoral de las familias proponiendo como ejemplo de vida a la Sagrada Familia en Nazaret. Cultivar la formación específica de Hermanos y Laicos para poder atender sus preocupaciones y ofrecer procesos de crecimiento humano y religioso en grupo. Cuidar el trato y la escucha de sus necesidades e inquietudes concretas en todas las instancias de nuestras obras”.

– Es ésta una forma de llevar a cabo lo que las Constituciones piden a los Hermanos. “Se imponen la obligación de promover el culto a la Sagrada Familia, sobre todo entre los alumnos, los padres de éstos y las demás personas con las que se relacionen en función de su apostolado. Este culto es un camino providencial que ayuda a comprender y a asumir mejor la vida cristiana” (Constituciones nº 8). “En la Iglesia local la Comunidad de Hermanos manifiesta a las familias y a los jóvenes las especiales riquezas que tiene la comunión de amor de Jesús, María y José” (Constituciones 116).

– Por su parte el Proyecto Educativo subraya en varias ocasiones las características propias de la escuela Sa-Fa y las relaciones entre familia y escuela: “Es nota distintiva de nuestra escuela crear en la comunidad escolar un ambiente animado por el “espíritu de familia” que inspira y anima las relaciones entre todos sus miembros y desea ser una prolongación del hogar familiar. Por lo tanto, nuestra escuela ofrece este estilo de animación que enriquece la propuesta educativa” (PEI, II). La familia y la escuela procuran llegar a una visión compartida y a un mutuo acuerdo en el modo de educar, en el respeto y atención del ámbito familiar y del ámbito escolar, para ello pueden formarse equipos de trabajo integrados por docentes y familias en el respeto de las competencias propias de cada uno y establecer un programa o “plan de acción tutorial con las familias” (PEI, III).

– Pero quizá la orientación del Proyecto Educativo más en consonancia con esta exhortación postsinodal sea la que recomienda: “Acoger a las familias que se encuentran en situación de fragilidad o que requieren atención especial”. (PEI, III, 6). La participación de las familias en la vida del centro a través de los encuentros formativos, las celebraciones lúdico-festivas y religiosas de la escuela son un elemento de vital importancia para la comunidad educativa.

– La síntesis pastoral ofrecida por el Proyecto Educativo es esta: “La actividad pastoral de la escuela Sagrada Familia se inspira en la persona y en la actividad del Venerable Hno. Gabriel Taborin: su amor a los niños y jóvenes, su dinamismo en las actividades educativas y pastorales, su creatividad como animador, su proyecto de relacionar la escuela con las familias y con la iglesia local, su propuesta de mirar a la Sagrada Familia, imagen de la Trinidad divina y familia donde Jesús crecía, como modelo educativo sencillo y cercano.” (PEI IV).


Elogio al revés de la Sagrada Familia

Mirando los cuadros y las estampas que representan a una Sagrada Familia tan serena, unida y perfecta no podemos dejar de ver la distancia entre ese ideal imaginado y pintado y la realidad que nos transmiten los evangelios de la infancia.
Aún más llamativa es la distancia entre esa idealización y nuestras familias de hoy, incluso las más dichosas, las más sanas y las más unidas.
Cómo felicitación de Navidad, intento dirigir una mirada diferente sobre la familia de Nazaret, aunque apenas bosquejada. Le quito el título de “santa” o de “sagrada” e intento mirarla como miro a mi familia y las familias que conozco. La llamo como ha sido: la familia de José y Miriam de Nazaret y de su hijo Jesús.
De esta familia quiero hacer un breve elogio, pero al revés, diciendo tres cosas: la familia de Nazaret no es una familia ideal; no puede ser por consiguiente el ideal de nuestras familias; pero es una buena noticia por las familias.

  1. Una familia no ideal

La familia de Nazaret no es una familia ideal. Tuvo que vivir hechos tan improbables, sobrecogedores y peligrosas que van más allá de lo que uno puede imaginar. Al mismo tiempo, lo que sucede en esta familia la pone de algún modo en contacto con las historias ordinarias de muchas familias del pasado y del presente.
Observamos las etapas de esta familia tal como las presentan los Evangelios de la infancia.

– Primera etapa: el embarazo. Los evangelios de la infancia de Lucas y Mateo se centran en hablarnos de Dios que viene a nuestro encuentro y son avaros en describir los sentimientos de Miriam y José. Pero nada nos impide imaginar lo que ocurrió en ellos, cuando todo empezó, o mejor, cuando todo apoyo se derrumbó: una joven que se prepara al matrimonio embarazada, con un embarazo no esperado, no buscado, fuera del matrimonio. Única explicación: un mensaje venido del cielo. Sin explicaciones que poderse dar al uno a la otra; sin argumentos para explicar a la gente del pueblo, a la comunidad civil y a religiosa de Nazaret. Y con la mordaza de una ley hebrea que no deja ninguna salida: José tiene que repudiar a Miriam, Miriam tiene que ser lapidada.

“Se lo dije ese mismo día. No pude permanecer una noche con el secreto. No transcurrirá el día entero con la ruptura de tu alianza. Éramos novios. Según nuestra ley es como estar casados, aunque todavía no en la misma casa. Y he aquí que estaba embarazada […] Mi Josef, guapo y compacto a más no poder, se puso los dos brazos contra su cuerpo, trató de mantenerse firme, doblandose como cuando uno tiene mal de estómago. La noticia fue para él como un torbellino que se lleva el techo por los aires[…] Aquella noche soñó. Me lo ha contado después. Soñó con un ángel que le ordenó lo que tenía que hace. A la mañana siguiente reunió a la familia y declaró su decisión; se casaba con Miriam en la fecha prevista, en septiembre, aunque estuviera embarazada. Bajo el velo de la ceremonia se habría visto mi embarazo. No escuchó razones. Fue un escándalo. La aldea entera se puso contra él. “Se ha dejado engatusar por Miriam, decían, quién sabe qué historia le ha contado y se la ha creido” […] Granizaron los insultos sobre sus hombros. Se dejaba lapidar a mi lugar
“Las mujeres de Nazaret se fijaban en mi barriga. “Esa descarada le ha engañado pero con nosotras “no lo va a conseguir”. “Ya veis, y parecía una santita”. “Yo quiero ver a quien se parece el bastardo que lleva en su seno”. “¿Qué patraña ha contado? ¿La del Salvador hijo de un ángel? Veréis qué risa si es una niña”, ERRI DE LUCA, In nome della madre, Feltrinelli, Milano 2007, 15-29 passim).

* Esta historia, absolutamente única, tiene realización a su manera con las historias de muchas familias, con madres solteras, con madres abandonadas por sus maridos, con hijos sin padres, con la llegada de un hijo minusválido, con familias llamadas a redefinirse, a recomponer equilibrios difíciles, a administrar mentalidades moralísticas, a sanar heridas profundas. Con familias normales, puestas a prueba de una vida no esperada, no programada. Con familias juzgadas, dejadas solas a vivir su sufrimiento.

– Segunda etapa: el parto. La historia de esta familia se desarrolla dentro de un contexto social y político de opresión y de guerra. José, Maria y Jesús viven en un país bajo dominio extranjero. Los romanos dejan sentir su poder. Ordenan el censo, quieren conocer cada uno por su nombre, para imponer el peso de sus impuestos. En un contexto de ausencia libertad, un viaje en pleno invierno en el noveno mes, sin casa donde hospedarse, el parto sin asistencia, María está sola porque a los hombres les está prohibido asistir. Después de un embarazo fuera toda norma, un parto fuera de toda seguridad, en un clima de opresión, en un contexto extranjero y hostil. La precariedad más absoluta.

“Josef me dejó fuera, junto a la burra, y salió corriendo hacia la ciudad. Había olor de vino. Los dueños de las cantinas habían adelantado el trasiego para ponerlo en venta a los viandantes. Mi hora había llegado y estaba rompiendo aguas. José volvió después de dos horas, desolado. Nada, no encontró nada. Le niño nacido en Bet Lèhem, salió hacia Galilea. No tuvo un pariente al que poder dirigirse. La ciudad estaba trastornada por la vuelta de las familias para el censo. Cada casa hospedó a sus parientes venidos de lejos. Se torció las manos. Suplicó, ofreció incluso la burra a cambio de una cama, pero nada. Sólo hubía un minúsculo establo donde hubía un buey. El animal, al menos él, acogió bien a los intrusos, a mí y la burra”, In nome della madre, 58-59.

* Sin embargo esta historia se relaciona a su modo con las familias de hijos nacidos en condiciones de pobreza extrema, de falta de higiene, sin asistencia. Historias de partos difíciles, de madre fallecidas durante el parto. De criaturas muertas antes de ver la luz. De familias en países del mundo bajo la opresión de tiranos, obligadas a huir, sin una casa en que ampararse. Historias de hijos y de padres venidos al mundo en tiempos difíciles, llamados a vivir en condiciones políticas, sociales, económicas de opresión y de pobreza.

Tercera etapa: la amenaza de la vida y el destierro. El Evangelio de Mateo nos cuenta la matanza de los inocentes. Herodes, burlado por los tres magos, en su obsesión de poder quiere eliminar todo posible competidor. La familia de Nazaret se encuentra con un niño amenazado de muerte, obligada a huir, a afrontar el destierro en un país extranjero e históricamente hostil. Pérdida del trabajo, de la casa, del contexto de los afectos familiares, de las referencias religiosas, de las raíces, de las tradiciones.

* Este episodio, que parece único, a su modo está en contacto con infinitas historias de familias emigradas, huidas por situaciones de muerte, perecidas durante los viajes, en situaciones hostiles, desarraigadas y sin referencias. Familias sin trabajo, sin contextos afectivos a que agarrarse. Historias de millones de familias.

Cuarta etapa: la pérdida del hijo. Lucas cuenta el episodio de la pérdida de Jesús en el templo. Lo pierden en la calle, lo buscan, creen haberlo encontrado y se dan cuenta de haberlo perdido para siempre: “¿Por qué me buscabáis? No sabíais que tengo que estar en la casa de mi Padre?”, Lc 2,49. José por segunda vez pierde a un hijo que no ha sido nunca suyo. María, como lo acogió sin haberlo buscado, así lo deja irse después de haberlo esperado y querido.

* Este hecho, ciertamente único, se pone en sintonía con los hechos de todas las familias que pierden a los hijos, por accidente, por enfermedad, por droga, o más sencillamente porque el hijo no crece como ha sido imaginado, soñado, educado. Historias de cordones umbilicales cortados por segunda vez con dolor, algunas veces definitivamente. Historias de hijos a quienes no se deja nunca irse, o al contrario, de hijos que no se van nunca. Historias educativas de fracaso, aunque llevadas adelante con cuidado. Historias de hijos abandonados, historias de hijos que abandonan. Historias de desilusiones por cuánto los padres transmiten y parece no haya ido a fruto. Historias de hijos que toman caminos sin retorno.

Quinta etapa: la pérdida del padre. Merece la pena señalar un silencio en el Evangelio, el de la desaparición de José. Después del episodio del templo, ya no sabemos nada deél. Entra en escena de modo discreto pero determinante, dando el nombre a Jesús e insertándolo en la descendencia de David, impidiendo que sea hijo de nadie. Luego se calla, con la misma discreción. “Una paternidad no recibida en dote de la naturaleza, sino conquistada sobre el terreno y luego perdida, al salir el hijo de casa” (Erri De Luca). A la pérdida del hijo, en esta familia se añade la pérdida del padre.

  1. Una familia que no es un ideal de familia

La familia de Nazaret no es una familia ideal, la de las estampas, de los cuadros. La familia en la que las cosas van bien, reina la concordia, la paz y la serenidad. Un embarazo no esperado y fuera de las normas; la difícil (¿imposible?) explicación en la pareja sobre una acogida basada sobre la sola confianza mutua, sobre el amor; el juicio de la gente; un nacimiento dentro de un contexto de violencia y precariedad; la amenaza a la vida que nace; la experiencia del desarraigo y el destierro; un hijo “diferente”, imprevisible, que no responde a lo que se puede esperar; la pérdida del padre.
¿Cómo es posible imitar una familia así? No es sencillo preparar la homilía de la fiesta de la Sagrada Familiae, igualmente es difícil tenerla que escuchar. Pintar una familia ideal para las familias cada vez más en crisis y oír proponerla como ideal para nuestras familias, de las que sólo nosotros conocemos hasta el final las penas, y no raramente los dramas.
No hay familia religiosa femenina o masculina que tenga como referencia a la Sagrada Familia que no posea en su tradición la lista de las virtudes que imitar en esta familia. Mi familia religiosa, la de los Hermanos de la Sagrada Familia, en su tradición enumera las cinco grandes virtudes que animaron a Jesús, María y José ya sea en sus relaciones recíprocas ya sea en su relación con Dios: la humildad, la sencillez, la obediencia, la unión y la abnegación recíproca. A estas cinco sigue la lista de las “pequeñas virtudes nazarenas” que las refuerzan: la cortesía, la amabilidad y condescendencia, el disimulo caritativo de las faltas del otro, la indulgencia y la paciencia, la estabilidad de carácter y la santa alegría, la compasión y la atención en el servicio. Se trata de una lista, que de hecho es mucho más larga, en la que se presenta el mapa de las actitudes positivas vividas por la Sagrada Familia. Este cuadro nos deja admirados, pero también frustrados.
En este juego de idealización de la Sagrada Familia y de desmoralización de nosotros mismos, nosotros hacemos un mal servicio al Evangelio. La Familia de Nazaret no puede ser un ideal para nuestras familias, sencillamente porque la distancia histórica y cultural es tan grande que el ejercicio de imitación es inadmisible.

  1. La Familia de Nazaret: una buena noticia para las familias

Sin embargo, algo ocurrió en aquella familia, tan única y atormentada, que es se convierte en buena noticia para todas las familias. Así deben ser leídos los textos de este tiempo de Navidad. Una buena noticia para nuestras familias. De esta buena noticia subrayo tres aspectos.

  1. En la familia de Nazaret ha nacido para todos un hijo, el Emmanuel, la presencia de Dios entre nosotros. Él ya está dentro de cada corazón, dentro de cada familia, dentro de cada situación. Este niño, como se ve bien de los textos navideños, ya tiene los títulos pascuales, es el Salvador, el Señor muerto y resucitado por nosotros, el Viviente y disponible para todos. No hay ya historia familiar, por más difícil y dolorosa que sea, que no esté custodiada misteriosamente y salvada por Dios. No hay mujer, niño, hombre que no sea querido por él y que no pueda vivir su humanidad en la esperanza. Más que de imitar, esta familia debe ser agradecida. Debe ser contemplada con alegría y gratitud, porque nos anuncia que podemos vivir en la esperanza todo lo que ocurre en nuestras familias. Porque ella lo experimentó también.
  2. El segundo regalo que la Familia de Nazaret nos ofrece es de hacer ver como hacer un espacio para acoger el regalo de la presencia del Emmanuel. Cada cosa que les ocurre a María y a José es algo que de hecho cambia sus planes, algo imprevisto, que ellos aceptan, en su camino que lo replantea y lo restablece poniéndose a disposición y confiando en las posibilidades de vida y en las promesas de Dios. En el texto del anuncio a María y en el del anuncio a José podemos ver ese modo de estar en la vida, que es posible también para nosotros. El embarazo inesperado de Maria lleva a José, hombre justo, a decidir repudiarla en secreto. Durante el sueño, la escucha en la pasividad, en la disponibilidad a la famta de control sobre las situaciones, José reformula, se restablece de otra manera el juego, toma María consigo y da el nombre a Jesús. El mapa de sus relaciones, aparentemente terminadas, se reconfigura en un nuevo espacio de vida. Así una historia aparentemente familiar terminada, se abre de nuevo. Las historias de nuestras familias, nos dice la familia de Nazaret, no podemos dominarlas, hacer en el futuro lo que nosotros queremos. Son sustraídas incluso a nuestra libertad. Pueden ser historias familiares siempre abiertas, contando con el recurso de la presencia de Dios y con nuestra disponibilidad a ponernos cada vez nuevamente en camino.

Y esta es la segunda buena noticia de la Sagrada Familia. Ninguna historia familiar está definitivamente terminada. La disponibilidad hacia Él, llave de la casa de “David” (Is 22,22), puede abrir imprevisiblemente el camino.

  1. Una presencia sobre que apoyarse (la del Emmanuel), la disponibilidad a siempre restablecer en juego con confianza manteniendo abierto nuestras historias familiares, y por fin el secreto para hacer de nuestras familias lugares dónde experimentar la gracia del Evangelio. Este secreto está contenido en el versículo de Lucas: “Bajó con ellos y le vino a Nazaret y les estuvo sometido” (Lc 2,51). El verbo griego es “upotassein”. El más grande de ellos se hace el más pequeño, se pone al servicio. Es una familia con la lógica invertida. La jerarquía queda invertida, o mejor insertada en las relaciones familiares con una nueva lógica, la de la obediencia recíproca, la del servicio recíproco, dónde nadie es más grande que el otro, porque el más grande de todo les estuvo sometido. Recordamos las palabras que Jesús dirá luego, siendo ya adulto, a sus discípulos: “Entre vosotros no será así… El más grande de entre vosotros será vuestro siervo” (Mt 23,11). Habló de así, de su modo de estar entre de ellos, de estar ya siempre entre nosotros. Pablo, en su exhortación a las familias, en el capítulo 5 de la carta a los Efesios, usa el mismo verbo: “upotassein”. “En el temor de Cristo estad sometidos unos a otros”. Logra así hacer una cosa extraordinaria: respetando una concepción familiar todavía patriarcal, centrada en los varones, con la presencia de dueños y esclavos, introduce en la familia un principio que hace estallar totalmente su estructura piramidal. “Las mujeres estén sometidas a los maridos, como Dios… Vosotros maridos amad a vuestras mujeres como también Cristo… Hijos les obedeced a vuestros padres en Dios… Vosotros padres no exasperéis a vuestros hijos, sino hacedlos crecer en las enseñanzas del Dios… Esclavos les obedeced a vuestros dueños terrenales como a Cristo… También vosotros dueños comportaos del mismo modo hacia de ellos, sabiendo que Dios, de ellos y vuestro, está en los cielos y ante él no hay preferencia de personas” (Ef 5-6 passim). Al final todos están sometidos a todos, como Dios a nosotros.
    Y precisamente esto es lo que la Familia de Nazaret nos indica como camino de humanización para nuestras familias: el camino de la recíproca sumisión, de estar los unos al servicio de la vida de los otros. Esto puede aplicarse a todas las situaciones y puede ser la brújula en todas las realidades.
    Esta es la tercera buena noticia de la Sagrada Familia. El éxito de nuestra familia no eatá unido al hecho de que las cosas vayan bien, que no se vivan dificultades en su interior, cansancios, errores y también dramas. El éxito de nuestras familias está en el hecho que cada uno, en los hechos positivos y en los que son negativos, comprometa su vida para promover la vida de los otros.

La Familia de Nazaret no es una familia ideal, ni siquiera es un ideal que imitar, porque en sí mismo es único e inimitable. Es, sin embargo, la buena noticia de Dios por nosotros: nos confirma que la familia ideal no existe, que para todos hay una historia compleja que vivir; que no estamos solos, un niño ha nacido en nuestras familias: si tenemos cuidado de él, él cuida de nosotros; podemos hacer algo mejor que dominar vida o pensar que ella nos aplasta: podemos servirla poniéndonos nuevamente cada vez en juego, ya sea en situaciones bonitas, ya sea cuando lo son más feas, porque podemos apoyarnos en una esperanza confiable; nos es indicado el camino del recíproco don de sí como acogida y fecundidad del regalo de Dios y como camino de humanización y salvación de nuestras familias.

Que la felicitación de Navidad para todas nuestras familias sea, pues, precisamente ésta: acojamos la buena noticia de la familia de Nazaret y vivamos en la gratitud y en la esperanza nuestras historias familiares. ¡Feliz Navidad!

Hermano Enzo Biemmi
Hermano de la Sagrada Familia